miércoles, 16 de abril de 2008

Billy el rápido

No sé qué hacer, preguntaba ella. Mi niño no aguanta ni treinta segundos, lo que dura el anuncio de Coca cola. Y la verdad, esa botella a mí me excita. Es que me imagino al negro del chiste con la suya colgando. El subconsciente que es muy malo. A mi niño –seguía diciendo- le pasa eso porque es muy hombre. Lo dice él y será verdad, porque nada más es rozarme que... Él dice que lo pongo a cien y que por eso en cuanto se la saca se le va el santo al cielo, o a la tapicería del sofá, usted ya me entiende. Él dice que es del estrés, aunque en los veinte años que llevamos de prematrimoniales le ha dado tiempo a achacarlo a casi todo, hasta a la Selección Española por no meter goles. Los suyos, ya se lo he dicho, no duran ni un anuncio. Hubo un tiempo que aguantaba lo que un publi-reportaje. ¡Cómo me gustaba! Pero aquello se acabó. Ahora nos vamos a casar y me gustaría saber si me merece coger noche para la luna de miel en un hotel o quedarme en el sofá de casa con las pausas publicitarias.
Una santa. Le he recomendado que pida cita a su médico para que tramite su canonización.

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