sábado, 25 de octubre de 2008

Consultorio: Negocios de familia

“Tengo entre 35 y 40 años. Mantengo una relación con una mujer que me duplica la edad. No sé exactamente la suya, pero me refirió que se casó en únicas nupcias el mismo día que Concha Velasco, un detalle de esos que nunca se olvidan. Por mi parte nunca había vivido una relación erótica tan intensa. No usamos ningún método anticonceptivo y me preocupa que pudiera quedarse embarazada. Hace poco me invitó a participar de un chats privado que mantiene con unas amigas que conoció en un viaje organizado que realizó el pasado septiembre. Eran todas muy simpáticas y aprendí mucho de cuánta ropa interior se puede comprar en rebajas. ¿Para qué querrán tantas bragas? Una de ellas, si no me equivoco su mejor amiga, se me ha insinuado y me ha pasado la dirección de casa por si quiero chatear en vivo y en directo. No sé si aclararle la situación. Tampoco si debo hablarlo con papá.” Víctor Fernández.
Rece porque no le propongan un trío. Mientras tanto puede seguir viendo Gran Hermano tranquílamente en su sofá.

La Memoria Histórica y la Economía doméstica

Me llega por correo, de un ávido lector que un día igual les presento, pues me cuenta que colecciona consoladores y eso es de agradecer en días tan sufridos como estos, una “cosa” -ni siquiera sé cómo nombrarla- de la que quizá sería mejor mandar copia a nuestro juez de cabecera, por su interés en eso de la memoria histórica, donde no todo son enterramientos. Y más ahora que está interesado en los Jefes de Falange y del Movimiento. Y eso que hasta moverse era pecado. Ya veremos si no sale algún nombre con cachorros a punto de caramelo (o de preservativos con sabor, cuestión de gusto). Y otra copia quizá debiera mandársela a Bibiana, la ministra de Igualdad, por aquello del miembro, que sin mentarlo sobrevuela este asunto que nos traemos entre manos y que es casi un ejercicio de lectura comprensiva que ya verán no tiene desperdicio, “la cosa”, que de la ministra no tengo el gusto. El personal que no para con eso de los malos pensamientos y además sin salirse de donde mismo. Claro que todo se les vuelve pecado, y no como a aquellos santos –y santas- de la “Sección Femenina” de la Falange Española y de las JONS, que en 1958, a punto de autarquía, dispusieron lo que tenían que disponer (y que yo después les trascribo) como texto de estudio para la asignatura de “Economía doméstica para bachillerato y magisterio”. Todo un punto, nada que ver con estos modernos que no dan más que para Educación para la ciudadanía. ¿Qué diría entonces de aquellas instrucciones la santa iglesia? Porque ya verán que aquellos sí que eran unos guasones. No se lo pierdan.
Sí les aseguro que desde que me llegó “la cosa” casi no vivo imaginando a doña Pilar Primo de Rivera, y hasta a “La collares”, la primera señora de Meirás, en el momento de lanzar el pequeño gemido que diera la certeza del deber cumplido al Caudillo, que ya saben que era bajito pero matón -¿En eso estamos de acuerdo, no?- pero que desde su cama nupcial inspiró nuestra bien agradecida fama de macho-ibéricos. Después llegó la democracia, la preocupación por el lince, la Constitución, la movida madrileña (antes no pasábamos del cocido), los metrosexuales y la caída en desgracia de Fernando Esteso. Ya no levantaríamos cabeza nunca más, cuenta mi gentil interlocutor. Aunque yo mejor me callo, no sea que se confundan.
* * *
“Ten preparada una comida deliciosa para cando él regrese del trabajo. Especialmente, su plato preferido. Ofrécete a quitarle los zapatos. Habla en tono bajo, relajado y placentero.
Prepárate: retoca tu maquillaje. Coloca una cinta en tu cabello, hazte un poco más interesante para él. Su duro día de trabajo quizá necesite de un poco de ánimo, y uno de tus deberes es proporcionárselo.
Durante los días más fríos deberías preparar y encender un fuego en la chimenea para que él se relaje frente a él. Después de todo preocuparse por su comodidad te proporcionará una satisfacción personal inmensa.
Minimiza cualquier ruido. En el momento de su llegada, elimina zumbidos de lavadora o aspirador. Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo por complacerle. Escúchale, déjale hablar primero: recuerda que sus temas de conversación son más importantes que los tuyos. Nunca te quejes si llega tarde, o si sale a cenar o a otros lugares de diversión sin ti. Intenta, en cambio, comprender su mundo de tensión y estrés, y sus necesidades reales. Haz que se sienta a gusto, que repose en un sillón cómodo, o que se acueste en la recámara. Ten reparadas una bebida fría o caliente para él. No le pidas explicaciones acerca de sus acciones o cuestiones, su juicio o integridad. Recuerda que es el ama de la casa.
Anima a tu marido a poner en práctica sus aficiones e intereses y sírvele de apoyo sin ser excesivamente insistente. Si tú tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de ésta, ya que los intereses de las mujeres son triviales comparados con los de los hombres. Al final de la tarde, limpia la casa para que esté limpia de nuevo en la mañana. Prevé las necesidades que tendrá a la hora de desayuno. El desayuno es vital para tu marido si debe enfrentarse al mundo interior con talante positivo.
Una vez que ambos os hayáis retirado a la habitación, prepárate para la cama lo antes posible, teniendo en cuenta que, aunque la higiene femenina es de máxima importancia, tu marido no quiere esperar para ir al baño. Recuerda que debes tener un aspecto inmejorable a la hora de ir a la cama... Si debes aplicarte crema fácil o rulos para el cabello, espera hasta que él esté dormido, ya que eso podría resultar chocante para un hombre a última hora de la noche. En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así, no le presiones o estimules la intimidad. Si tu marido sugiere la unión, -en negrita en el original- entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar. Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes. Es probable que tu marido caiga entonces en un sueño profundo, así que acomódate la ropa, refréscate y aplícate crema facial para la noche y tus productos para el cabello. Puedes entonces ajustar el despertador para levantarte un poco antes que él por la mañana. Esto te permitirá tener lista una taza de té para cuando despierte.”
Sin comentarios... ¡Dios salve al rey!