lunes, 24 de diciembre de 2007

Breviario para mortales sin propósito de enmienda

No hará falta que les diga que el sexo no lo es todo en esta vida. Y seguramente será verdad. Servidor ha conocido los dos extremos, no en propia carne, entiéndanlo, sino en allegados que, por un lado dijeron, que lo hacían hasta en fiestas de guardar, Ramadán incluido; y otros, que se significaron por no haber puesto nunca un huevo, por mantener el vigor y las telarañas intactas, como el primer día, miedosos y miedosas de que aquello con el uso se desgastaba.
Y si con el uso el asunto –este es de los temas que más nombre cuenta- no se desgasta sino que se lustra, la mucha jodienda tampoco garantiza nada, y menos el cumplimiento del propósito sagrado de “hasta que la muerte los separe”. Ahí tienen –por ejemplifiar- el caso Pipi, que después de jactarse de las muchas veces que lo hacía (lo suyo ya era algo así como una constante matemática de conocimiento público) su amante, una ex actriz porno de experiencia contrastada y con la que lo retrataron hasta en los sitios más pudendos, lo abandonó, dejando al semental con tres palmos, de narices –habrá que pensar- leyendo los mensajes de móviles que según él dijera habían llevado la situación a “tú en tu caso y yo en la mía”, que estamos como más bonitos. Y es que siendo los móviles lo que son, los hay hasta pequeñitos y juguetones, las infidelidades se han multiplicado por más, como si tener uno de última generación fuese el pase para Sodoma y Gomorra, que saben, fue un clásico. Y es que la gente se pone a darle al dedito y no para, y hasta escribe unas cosas que después no tienen marcha atrás, que es otro método del que ya hablaremos en su momento. Y a falta de dedito ya saben que algunos tienen hasta vibrador incorporado, casi como si el aparatito fuese un sex shop, o casi, que de todo habrá. Aunque para vibrador aquel que le regalara David a Victoria, la pija, de oro, brillantes y latex natural. Una gozada, la de ella, la de él. Quien regala disfruta. Ya ven, un hombre que piensa en todo, cosas del amor, y para esos días que le tocaba concentrarse, o tocarse las pelotas, que también podría ser. Una pena que el aparatito no esté entre las ofertas de la teletienda, un éxito seguro.
Sexo, sexo puro y duro. Y es que de sexo entiende todo el mundo. Ocurre casi con el fútbol, la educación o la política, cualquiera vale, todo dios entiende, por no haber no hay ni título. Tiene el mismo valor un máster en la Pontificia de Salamanca que un curso acelerado en los retretes de la sala Kapital. Cada maestrillo tiene su librillo y cada persona sus referentes, su inspiración. Y para colmo, sin serlo todo en esta vida,
es de los asuntos que más interés suscitan; sobre todo el sexo del otro, de la vecina, del compañero de despacho, de la sobrina del jefe, y eso sin necesidad de ponerse de acuerdo, y unos por ese deseo insatisfecho permanente de contribuir a que el planeta sea lo que es y seguir sumando puntos en eso del calentamiento, otros por placer, algún incauto por dejar pistas de su existencia genética, alguno incluso para aprovechar las pausas publicitarias para probar los sabores de los preservativos y hasta algunos despistados por hacerse beneficiarios de la paga bautizo de nuestros preclaros gobernantes.
Pero nosotros a lo nuestro, el sexo. ¿O no se acuerdan? El sexo de los ángeles, que decían que no tenían ni sexo ni nada, alitas sí, alitas de pollo como esas que sirven a domicilio los repartidores de comida preparada. ¿Y los repartidores de alitas y pollas en vinagre tendrán vida sexual? A mi puerta ha llamado varias veces por equivocación –porque sepan que uno no come esas cosas ni se vale de esos servicios- un chino. Yo suponía que repartía bolas chinas, pero no, sólo alitas y rollitos de primavera. Una desgracia. Pero desde este repositorio de dudas y experiencias –ajenas, deben entender-, desde este foro sexual vamos a poner orden en este caótico mundo y algún día –dios mediante- hasta le propondremos a Íker Jiménez que reúna a un selecto coro de investigadores y nos diga si los ángeles tienen lo que hay que tener o es sólo un capricho de Murillo.
Y después están los que lo hacen –lo del sexo, no lo del trabajo- por necesidad, esa ineludible necesidad vital que lleva a todo mortal a situaciones desesperadas, del mismo modo que tienen una perra –o un perro, que de todo habrá- y hay que sacarla a pasear cada tarde o cada noche, llueve o ventee, o con un frío que pela los ... Seguramente ya saben a qué me refiero, y todo porque, y eso lo dicen las estadísticas, porque es en ese trance, el de sacarla, uno de los momentos en los que más se liga y cuando más relaciones se estrechan, que es otro modo de empezar en eso del sexo; asunto –el sexual- que siempre tuvo problemas, así que cuando no era pecado, por ejemplo ahora en determinadas comunidades indígenas, es peligroso salir de caza sin chubasquero o sin obligar a quien corresponda a que lo vista y calze.. Claro que la Santa Iglesia Católica, que es Santa y en algunos casos –excepcionales- pederasta, ahí puede estar la negación de aquellos cojonudos angelitos, no quiere preservativo ni en los casos más arriesgados, que lo mejor -ya saben- y lo que menos riesgo tiene es la abstinencia; cosas de santos y de mártires.
Pero lo mejor de este breviario es que podrá ser consultado independientemente de la ocupación de cada cual, y hasta del horóscopo respectivo, que deben saber que no sólo está escrito para vírgenes y tauros, de modo que si usted es escorpión y presume de colita por las discotecas del mundo, también tendrá su hueco, que no todo es echar tres euros en la maquinita del servicio y plantarse en la barra con un preservativo en el bolsillo, como si fuese un as en la manga. O si prefiere los juegos en solitario también, incluso cuando su gusto pase por el placer tántrico de los sagitarios. Y si va de capra loca o de cabrón consentido -o sin él- por supuesto que este será su sitio. Y hasta cuando lo prefieran de piscifactoría.
Así que ya saben, si a usted le interesa el sexo sin sentido y hasta sintiéndolo, este será su sitio y su cita mensual, y hasta del de más allá, porque en eso del sexo, lo peor y lo mejor que tiene el personal es la mente. Y si es de fresa también, que aquí salvarse no se salva ni dios, que si algo nos hace iguales ya saben lo que es: el sexo y la muerte. Y acá dejaremos lo segundo para peor ocasión. Buen polvo.